Por: Beatriz Giovanna Ramírez

Introducción:

Long Island al día es un espacio para la opinión y la defensa del pensamiento crítico y reflexivo. Por eso, formo parte del grupo de editores.

Cuando escribo un articulo, un libro, un poema, cualquier vaina…, ocurre que no pasa desapercibido, esto es algo que realmente me anima a seguir escribiendo. Escribir es un oficio que deja de ser solitario cuando me leen. Y cobra sentido, cuando me encuentro frente a frente con las opiniones buenas y no tan buenas, de lectores y amigos.

Ser una escritora vocacional, feminista y con mala leche, tiene un precio muy alto en las redes sociales.

Te expones a ser un blanco fácil de neomachistas y trolls pro-fotopollers con nominaciones a la mejor fotopolla de zopencos, y que, por supuesto, quieren ignorar que el articulo «La fotopolla al paredón», no es un texto científico, ni académico, ni teórico, ni periodístico, ni leches.

El articulo se enmarca en un texto de opinión, escrito en un lenguaje literario, propio de la sátira y el humor más negro, escrito por una poeta. Y que pretende denunciar, un fenómeno extraño que sufrimos las mujeres en las redes sociales, como lo es el de la fotopolla.

¿Esto es absurdo? Claro que sí. La fotopolla es absurda, este otro artículo «Ofendiditers fotopollers al acecho», también lo es. Pero, sírvase éste y el otro texto, para reírnos un poco y reflexionar sobre estas extrañas modas que no hacen mucha gracia, por ser poco elegantes y carentes de gusto. Esta vez, escribiré hasta llegar a una Plegaria al buen juicio.

Inicio:

¿En qué mundo vivimos las mujeres que, en lugar de pan, trabajo y flores, poemas, libros, nos mandan fotopollas que no pedimos? ¿No hay otra cosa? No podrían dejarnos en paz y no enviarnos nada. Con eso, nos conformamos. No nos envíen nada.

Asuman: Me gusta cuando me respetas y no perturbas mi paz.

«La fotopolla al paredón», ha tenido lecturas en muchas partes del mundo, y quiero agradecer los mensajes públicos y privados, de personas, que me han manifestado una felicitación, me han dedicado unas sonrisas, un agradecimiento, su solidaridad, su empatía y la confesión de haber recibido o no, una fotopolla. La gran mayoría de hombres, han manifestado su sorpresa, muchos desconocían esta práctica. Es lógico, sólo unos perturbados podrían apuntarse a esta barbaridad. La mayoría de las mujeres, que se han puesto, en contacto conmigo, me han agradecido por escribir así, tan brava y clara, pegando un grito, de que NOS DEJEN EN PAZ.

Dejo con mi agradecimiento, una pequeña selección de los mensajes recibidos: 

  • Beatriz Giovanna Ramírez tienes toda la razón, está situación se ha incrementado por el encierro aunque nada lo justifica porque no respetan edades. Te abrazo en la distancia amiga y te felicito por el artículo.
  • Excelente artículo, Beatriz. Yo añadiría que además de todo, enviar ese tipo de fotos es de mal gusto y poca clase.
  • Qué grande eres, hermanita… Yo me pregunto para qué un sistema educativo público q ni educa, ni restituye ni redistribuye….
  • Madre mía. No sabía yo esto de la fotopolla. Estamos degenerando y cayendo muy muy bajo.
  • Un abracico para todas las mujeres.
  • Vale ya se lo que no tengo que hacer 🤣🤣
  • Interesante y gracioso ..
  • Una fotopolla? Gentuza
  • Es que lo suyo es preguntar antes:
    QUIERES QUE TE MANDE UNA FOTOPOLLA?
    Con la educación se va a todas partes, así decía mi madre y cuánta razón tenía.
  • No conocía esa moda rara
  • Muy buen artículo.
  • Hola! Muy bueno el artículo que escribiste…
  • Yo no he recibido ninguna, pero estoy totalmente de acuerdo con tu artículo, fotopollas no gracias. Es un comportamiento bastante infranormal e indantiloide, estos criaturos se creen en la posesión de un «bien universal» que creen ha de interesarnos… Va a, ser que no, que para nada, qué pedazos de borricos… FOTOPOLLAS AL PAREDÓN
  • jajja. Me he reído mucho. EStá muy bien tu artículo.
  • Les comparto un artículo de mi amiga, la poeta Beatriz Giovanna Ramírez. Un tema muy actual que estamos sufriendo las mujeres sin importar la edad, aunque no publiquemos fotos provocativas o como en mi caso que publico videos con cuentos infantiles.

Sin embargo, este articulo no va de amigos y defensores de Beatriz. Va de ofendiditers. 

Nudo:

He aprendido a no intentar convencer a nadie. Ni se me da la gana como poeta de explicar un poema. Dicho esto, me parece una falta de respeto, intentar convencer a alguien de algo o interferir en su lectura o su opinión. Creo en la libertad y en la comprensión lectora, también en los poemas de Rafael Pombo como la buena niña que fui. Escribo como poeta y mis lectores, lo saben y perdonan, estas licencias que me doy, tan ricamente cuando escribo.

Me cae mejor un rayo que un ofendiditer, que se ofende por mi manera tan personal de escribir. Solo puedo decir, que es preciso evitar todo aquello que se quiere evitar. Escribo libre de cualquier radicalismo, cuestiono el feminismo hegemónico que, por estos días, meses ya, apesta a tanta transfobia. Dudo constantemente de mis certezas. Y no me caso con nadie.

A mí me gustaría entender a los “ofendiditers”, pero por más que lo intento, su insulto, me produce rechazo. Suena lamentable, pero es la verdad. Pienso que el insulto se iguala a un burro que por momentos relincha, pero sigue siendo burro.

¿Son cabrones los ofendiditers que les gusta ofenderse y elaborar uno, tras otro, comentarios elaborados que solo destilan odio, más odio, incomprensión, incoherencia, misoginia? No lo sé. Creo que les sobra tiempo y mucho odio.

Cuando recibo insultos por mis artículos, más ganas siento de escribir. Eso es lo que me ocurre y no siento la más mínima vergüenza en decir, que escribo porque se me da la gana y a pesar del clima, la pobreza, los ofendiditers o las fotopollas.

Las interpretaciones marichulescas, “apollándose” en juicios groseros y poco elegantes, de superioridad moral e intencionalmente vejatorias e hirientes, vertidas en comentarios, contra mí, no las acepto, ni las aceptaré jamás.

Desenlace

Respeto a todos y no tengo miedo. Faltaría más que tenga que pedir perdón por escribir sin miedo y defender la vida.

Jamás domesticarán mi escritura y no permito que me digan sobre qué y cómo debo escribir.

Plegaria al buen juicio

Retira esta fotopolla

que no he pedido,

de mis ojos.

Mi corazón y mi vida

se inclinan a respetar

el derecho a elegir

el trozo de pan

que me quiero

echar en la boca.

Rechazo a todo aquel

que me violenta

y perturba mi paz.

Líbrame del fotopoller

del Instagram

y de su defensor

por Facebook.

Líbranos de mal gusto

y de los violentos

que se disfrazan

de progres siendo misóginos.

Soy yo,

la dueña de mis elecciones

y de la olla

en la que cocino.

Que nadie decida por mí,

Que nadie de por sentado nada

que no quiero,

ni pido.

Defiendo el amor

la vida

las mujeres

todo ser pequeño

y vivo

Defiendo

únicamente

al hombre

que me trata con

RESPETO

FIN

Beatriz lee Plegaria al buen juicio

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