Foto: Fernando Prats

La poesía de Juan Benito posee formas geométricas que se empecinan en  trazar un estilo que reconoce estructuras, pentagramas, raíces y tonalidades de la poesía clásica, volviéndolos puntos, puntos continuos.

En “Poemas del corazón y guadaña”  cada pieza creada es la suma de adiciones líricas que respira la transición del verso, la rima, la métrica, la matemática de fondo que redime la poesía labrada, la que respira y transpira, aquella que, a mi modo de ver, es difícil de encontrar en estos días.

Leer este libro implica encontrarse frente a frente con la propuesta de un poeta despierto y sensible, dispuesto a re-crear la historia subjetiva de las emociones, pero sobre todo a resarcir la poesía, a resarcirla  y mecerla entre alejandrino, soneto, octava real, serventesio, espinela,  zéjel, escala métrica y por supuesto deleitarse con su rima jotabé. Los temas que a todos nos conmueven e interesan y que finalmente Juan Benito teje y nos entrega.

Beatriz Giovanna Ramírez 

Juan Benito en Pincelada Rosa, entre vistas

Poemas selectos

Juan Benito

A ti

(Serventesio dodecasílabos)

Si de un salto pudiera alcanzar la luna,

en bandeja de oro te la ofrecería,

ya no porque seas mejor que ninguna,

sino al ser la única por quien moriría.

¡Bendito Benedetti!

(Poema en Rima Jotabé)

Tenía falta la literatura

de la pluma amable, crítica y pura,

de un amante que nos hizo entender

que para amar, papel no ha menester,

y que al conjugar el verbo querer,

ni una estrella azul debemos poseer.

¡Bendito Benedetti! Voz osada

que defendió de forma encarnizada,

el amor y la vida y la amargura…

y nos regaló el inmenso placer

de su fiel poesía enamorada.

Poeta uruguayo por su nación,

mundial siempre ha sido su proyección.

Pues aún con el alma comprometida,

en denunciar la maldad fratricida…

¿Cómo obviar el poema, Bienvenida?

Y su sensibilidad sin medida.

¡Bendito Benedetti! Voz viajera

que de Montevideo a la Albufera,

el aire ha impregnado de esa emoción,

que nunca a nadie pasa inadvertida,

y mi alma convirtió en su costalera.