Manuel Mejía :  

«La literatura de ficción no puede ni debe ser 

estandarte de nada ni bandera de nada.»

  

Entrevista de Beatriz Giovanna Ramírez

Especial para Palabra Viva

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MANUEL MEJÍA GARCÍA DE LOS RÍOS, Escritor, docente y conferencista colombiano, nacido en Bogotá en 1956. Estudió Derecho en la Universidad de los Andes de Bogotá y terminó estudios en Ciencias Políticas en el mismo centro educativo. Hizo un diplomado en traducción jurídica y Derecho Comparado en la Universidad de París II y se especializó en Derecho Societario en la Universidad Javeriana de Bogotá. Es autor de los libros: Y no volvió (2004);Serpentinas tricolores (2008), finalista Premio Herralde; Relatos y demencias – 13 cuentos tristes y un relato con moraleja (2010); El Parque del Retiro no es para todos (2011);Quiéreme un poquito más, Qué chévere y + de 300 gotas literarias.

PALABRA VIVA.- Recuerda sus inicios en la literatura….

MANUEL MEJÍA.- Como cuando te enamoras, como cuando decides sin previo aviso atravesar la calle, o miras sin respeto al pájaro que vuela o decides aplaudir como un espectador más de la calle. Escribir es casi que un acto reflejo. En mi caso comencé en 2003, antes solo había sido buen lector y amante de lo irreal y desde ese año, sin que hubiera sido un plan trazado, comencé a escribir, como un demente. Ya llevo hoy cinco novelas, muchísimos cuentos y relatos, estoy en mitad de una obra de teatro, en fin, que modifiqué en forma drástica mi andamiaje estructural de abogado para pasar a ser un escribidor más, infeliz y feliz.

Ahora presenté mi nueva novela en la feria del libro de Bogotá y me sentí como si hubiera comenzado ayer.

P. V.- En esa visión tan romántica y prolífica como escritor, ¿puede vivir de lo que escribe?

M. M.- Resulta triste decirlo, pero la literatura no me ha dado todavía para comprar una casa en Ibiza. Lo peor del cuento es que tampoco me ha dado para pagar una mensualidad de la hipoteca y si afilamos más la cuerda diría que la literatura sólo me ha dado placeres inmensos.

Como todos, espero que me otorguen el Príncipe de Asturias de las letras para mejorar mis arcas. Mientras tanto, intento vivir de la literatura, mis libros, el libro de los otros, el periodismo y las charlas. Nunca he sido amante del dinero.

P. V.- ¿Busca reconocimiento?

M. M.- No sé qué otro profesional tiene más ego que el escritor. Me gusta la fama, me agrada el reconocimiento. Ser escritor es muy duro, durísimo, más cuando uno decide que esa es la profesión de uno. Así las cosas, el pequeño aplauso que se recibe, siempre es bienvenido.

P. V.- «Y no volvió» ¿qué le trajo?

M. M.- Y no volvió fue mi primera novela. Las primeras líneas que he escrito son precisas las primeras líneas de aquella novela, y tuve la buena suerte de que un sello como Alfaguara comprara los derechos y que haya comenzado mi andadura de escribidor con pie derecho.

Y no volvió me dio la certeza de ser escritor.

P. V.- Serpentinas tricolores, según la crítica es una novela cargada de humor, ¿cómo nace?, ¿por qué la escribe?, ¿buscaba recrear una novela farsa?

M. M.- La literatura de ficción no puede ni debe ser estandarte de nada ni bandera de nada y menos pretender ser el vocero de algo o denunciar situaciones. Mal haría si quisiera eso.

En Serpentinas tricolores lo que hago es montar, dentro del concepto de la ficción, una visión muy mía y subjetiva de mi país, o de cualquier país de la bella América Latina, y para ello hago uso del humor, del sarcasmo, de las frases largas.

No hago política, hago literatura. Si hiciese política estaría echando piedra o echando discursos.

P. V.- ¿Qué le «saca la piedra»?

M. M.- Interesante pregunta, y no voy a responder que me saca la piedra la gente embustera y mentirosa, o el hambre en el mundo. No, eso me indigna y me hace pensar en lo poco y chiquito que somos.

Pero sí me saca la piedra cuando el que me agrade es un vehículo que irrespeta mi condición de peatón.  Tonterías mías.

P. V.- ¿»Relatos y demencias» lo escribió cuerdo?

M. M.- Completamente cuerdo y pensativo. Relatos y demencias está compuesto por relatos largos, o medianamente largos, en cierta forma parecida la estructura a la de una novela, esto es, con un desarrollo y unas reglas. Es un trabajo, como el del relojero, y para ello hay que estar cuerdo.

Hago mucho micro, mucho, yo los llamo gotitas literarias, que son digamos que explosiones de irracionalidad, de cierta ilogicidad, son momentos especiales y locos de surrealismo, me encanta el surrealismo, y con estos también estoy cuerdo.

Creo que, para poder escribir lo que uno quiere expresar, hay que estar cuerdo. Me enloquezco, eso sí, con la música de fondo que coloco, siempre o casi siempre, Bach y casi siempre Bach.

P. V.- Ha publicado sus «gotitas literarias» en la red social facebook, ¿cómo ha sido esa experiencia?

M. M.- La experiencia ha sido maravillosa por varios aspectos. El primero, el demostrarme de ser capaz de hacer 200 relatos, día a día y por 200 días, sin descanso, relatos en donde el requisito es que sean buenos. Y lo logré.

Lo segundo, el haber conseguido el apoyo de muchísimos lectores que comentaban de forma entusiasta y demasiado agradable los relatos, empujando en la mañana para que publicara el cuento del día, que lo querían ver ya en sus pantallas, en fin, una respuesta de la gente inesperada y feliz.

Y por último, que he logrado con las gotitas literarias el interés para ser publicadas en tres sitios, Paris, Madrid y Medellín. Qué más se puede pedir.

P. V.- ¿Qué más puede pedir…, podría pedir acaso: «Quiéreme un poquito más»?

M. M.- [Risas] sí, me gusta pedir eso, un poco más de amor, un beso de más, un abrazo más fuerte. A nivel literario presenté el 4 de mayo en la feria del libro de Bogotá mi novela El Parque Del Retiro No Es Para Todos, y lo que pido es que sea leída y devorada, ojalá como dice la canción.

P. V.- Le permito que a partir de las siguientes líneas seduzca a cuanto devorador de libros anda por ahí…, ¿por qué leer su última novela?

M. M.- Bueno, la verdad, entre un buen helado de maracuyá o mi última novela,…, pues me quedo con el helado. Pero después del helado, mi novela, eso sí. Las razones, puede haber varias, pero me centro en  un lugar común,…, es una novela con muchas historias dentro, con muchísimos giros y en la que ocurren miles de cosas y todo, lo clave, bien escrito. El sarcasmo y la ironía siguen presentes. Puedo decir, que es una agradable y buena novela.    

P. V.- Como muestra de lo divertido que es leerlo, ¿puede brindarnos alguna gotita literaria, para cerrar esta entrevista?

M. M.- Una muy bella que se me acaba de ocurrir y que diría algo así como que el sapito se comió tantas mariposas, tantas tantas, que engordó sin querer e hizo pop, explotó sin hacer ruido, dejando todo el ambiente y las paredes inundadas de infinidad de punticos verdes.