Una foto de Josep Brangulí 

Cuando
cambian las letras de lugar,

el
cuerpo se tiende en el césped de la melancolía.

Toda
forma que exponen los cielos,

la
recoge el ojo y la transforma

en
un caballito blanco

que
galopa en la Memoria.

El
oído escucha la voz cansada

de
una vieja máquina de coser,

en
la que una madre

dejó
la espalda y los ojos.

Cuando
cambian las letras de sitio,

no
queda más remedio que ver en el reflejo

del
espejo la suerte de los agujeros negros.

La
soledad de los días reconoce a la niña

que
cuenta las ovejas blancas berreando en el cielo;

sin
importar que el tiempo

le
soltara las trenzas y aquellas cintas

de
colores que colgaban del vestido;

porque
el tiempo dejó las letras en el lugar que él quiso.



Beatriz Giovanna Ramírez

‘Antes de entrar en el bosque’, Editorial Quadrivium, 2012