Dejamos
que los perros ladraran 

seguimos
con nuestra mirada

el
atardecer de invierno.

Sentados
en el mismo banco,

vimos
las copas de los árboles

y
escuchamos rugir el viento.

Somos
dos en el campo,

dos
que se visten con humo

y
yerba del suelo.

Dos
que han caminado por España

y han
contado los garbanzos.

Dos
que se acarician en las lunas

y en
los montes callados donde pace el ganado.

Dejamos
que los perros ladraran 

para
escuchar mejor, ambos, la voz del campo.

Beatriz Giovanna Ramírez 

En el libro «Antes de entrar en el bosque»
Editorial Quadrivium